Llegaste a mi vida convertida en una hermosa paradoja,
conocerte y descubrirte era una sinestesia
saboreando tu voz me deleitaba,
escuchando tu cuerpo soñaba.
Tu condición me alejaba y cobardemente te dejé,
huyendo del deseo de rozar mis labios con los tuyos,
simplemente me marché
ahogando el calor que se encendía en mi pecho
quemando mi razón ...
Pero el destino se empeñó en unirnos
sin importar cuanto lucharamos
y la magia crecía y nos envolvía,
el deseo nos quemaba
aunque solo fuera a través de miradas.
Nuestros caminos van paralelos
como si unas manos invisibles se tomaran
negándose a soltarse,
a dejarse vencer por los fantasmas que nos acechan
ni por las situaciones que maltratan al corazón.
Apareció una pequeña luz, una que ilumina tu vida,
un espejismo tuviste y el fruto te acompaña,
y distante mi mirada te sigue en el horizonte,
sin perder el éxtasis que tú dejas
impregnado mi corazón y perturbando mi razón.