A veces te das cuenta que estás cansado de luchar,
que la tristeza carcome tu alma destrozada
como si no pudiera pegarse otra venda más,
que has entregado todo y no queda más por dar.
Es como una guerra sin cesar,
donde pagas con la derrota su costo,
sanando heridas con cicatrices profundas
- que son abiertas una y otra vez -
para tratar de cubrirlas con sangre nueva...
Sangre que pretende tapar el vacío que el corazón alberga,
uno que quiere una cura milagrosa para decir ¡no más!
una dolorosa medicina que no se posterga
amarga y dolorosa que no termina jamás.
Soledad, veneno que pretende sanar lo que otras hieren,
sustancia adictiva que corroe mi cuerpo,
droga recurrente que los dioses me brindan
jactándose de su macabro juego.
Cansado de emprender viajes sin destino,
para alcanzar una utópica meta,
esa a la que muchos mortales han llegado
sin ningún esfuerzo ni senda.
Un corazón quebrado en mil pedazos,
en otras manos lejos de mí,
derrotado y atado por finos lazos
aguardando solitario por ti...
