Nos prometimos un amanecer, uno lleno de caricias y besos,
un despertar para ser testigos de nuestras mañanas y vernos como lo primero,
un momento especial que compartiríamos solo los dos,
la calidez de nuestros cuerpos convertido en una inmensa llamarada
y la alegría de nuestros corazones que brincarían por toda la eternidad.
Nos prometimos un atardecer en el llano, con la puesta de sol como telón de fondo,
flores blancas alrededor nuestro adornando ese pequeño momento,
uno donde existiría una fusión cósmica convirtiéndose en esa explosión
de dos almas gemelas fundidas por la pasión y su simetría.
Nos prometimos volver ser un ángel que cuidaría de un lobo estepario,
ese lobo que defendería a su ángel de toda la crueldad del mundo banal
ese loco que tenía todo, con melodías y acordes extraños que unían
dos realidades y mundos diferentes, divinidad y dualidad.
Voces lejanas quedan ya, luego de ese ring nocturno que llegó a mí,
esa nostalgia de noches de un lobo y un ángel unidos por un secreto,
un secreto gritado a voces que no fue escuchado por sus corazones
por miedo a un castigo divino que vetara sus vidas y los privara de su amor.
Ahora solo quedan las promesas rotas, solo quedan los recuerdos húmedos
deslizándosen hasta llegar al final, a la estéril tierra de una estepa acabada
donde ya la luna no brilla y el lobo se encuentra perdido sin ver su ángel
que abandonó la bóveda celestial, para habitar entre la raza racional.
GENIAL, "NO PARA CUALQUIERA"...
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