Una mañana mis ojos chocaron contra los tuyos
y tu mirada penetrante quedó clavada en mi alma,
tan profundo, que ni la distancia ni las prohibiciones
pudieron evitar que se alojara en mi cama.
¿En la cama? sí, en ella, en la que compartía mis sueños a tu lado,
esa que deseaba tener tu cálido cuerpo junto al mío,
pero que sabía que solo pertenecía al reino de Morfeo
aquel hermoso y puro pensamiento de mis poros.
Pero el destino te llevó lejos de mí,
de mis ansias locas por probar tus besos,
de las caricias hechas al aire pensando en tu cuerpo,
poniendo por encima aquel veto y desvaneciéndote...
Pasaban los segundos, minutos, días con sus noches,
y tu recuerdo era lo único que los acompañaba,
pues tu distancia no solo era terrenal
sino que tu alma decidió no estar al lado de la mía.
Solo un susurro llegó después,
cuando te habías convertido en una hermosa ninfa
que jugueteaba lejos en tu edén,
donde me mirabas y reías...
un lugar donde ya no estás,
porque la vida te llevó a un lado oscuro,
uno que no debería haber llegado a tus días,
aquel que su fin parece tan distante
pero que poco a poco verás llegar,
para que tu sonrisa vuelva a iluminar mi vida,
por lo menos con tu amistad....
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